Emma Watson
Ama estudiar. Lo dijo cuando ya era muy famosa y millonaria y admirada en el mundo entero. Y puede parecer una cosa rara que a una chica joven le guste pegar los codos a una mesa, al menos en los tiempos que corren, en los que la gente no lee libros y por no leer muchos no leen ni los prospectos de las medicinas. Pero a Emma Watson, mira por dónde, le gusta estudiar. El otro día leíamos en su página web lo siguiente: “No sabrán nada de mí por un tiempo porque voy a estar, estaré muy ocupada estudiando. Pero solo quería decir hola y adiós”.
Yo siento simpatía por esta chica. A mí también me gusta estudiar, por eso de cuando en cuando apago mi Blackberry y me encierro horas y horas en la biblioteca. Ay, las bibliotecas, qué bien me he sentido siempre en ellas. ¿He de pedir perdón por ello? Recuerdo que cuando tenía yo veinte años y le decía a mis íntimas o algún novio que me gustaba estudiar, me miraban con cara como de estar pensando, “tía, tú estás loca”. Pues lo mismo deben pensar ahora las amistades de esta chica británica tocada por el don de la distinción y la elegancia.
Mira que me gusta a mí esta chica. Y es que a ver qué otra actriz con dinero (24 millones de euros, nada más y nada menos), belleza, juventud y fama dejaría de lado su carrera por un tiempo para acabar sus estudios. Que no os engañen: ninguna. Con lo ambiciosas e inseguras que son las actrices y con lo que les gusta la fama. ¿Os imagináis, por ejemplo, a Elsa Pataky dando de lado su carrera por estudiar literatura? Ja. Impensable. Pero Emma Watson no es como las demás. Y eso, quizás, que es muy inteligente, no le gusta mucho a los hombres. A muchos hombres les gusta más bien que no destaquemos más que ellos. En el caso de Emma Watson, lo cierto es que no tiene mucha suerte con los chicos. Bueno, ahora mismo tiene un novio, pero a ver cuánto le dura ahora que van a estar algo lejos el uno de la otra.
Uno de sus últimos novios, Francis Boulle, tuvo el descaro de decir que la dejó porque no quería que le conocieran simplemente por “ser el novio de alguien”. Será capullo. Y machista, porque las mujeres bien que podemos ser “las novias de”, pero los hombres, no, ellos no. Él se lo pierde. Ahora el tal Boulle ha rentabilizado la fama que le dio ella: concursa en el programa de telerrealidad de Reino unido “Made in Chelsea”. Esperemos que el actual, el actor Johnny Simmons, sea menos gilipollas.
Me gusta Emma Watson. Y no, no me ha gustado nunca Harry Potter, la verdad sea dicha (las películas fantásticas no son lo mío, qué se le va a hacer). Pero ella sí me gusta porque creo que tiene personalidad y capacidad de decisión en un mundillo en el que muchas se convierten en marionetas que bailan al son que impone la todopoderosa industria. Emma Watson no. Y si no, fijaos en lo que declaró la actriz hace poco en una entrevista a la edición británica de una revista: “Creo que Hollywood da bastante miedo. Toda esa gente joven que se somete a operaciones de cirugía plástica. Pero la cosa es que yo no quiero ser igual que todos los demás. Yo, por ejemplo, no tengo bien colocados los dientes y no soy extremadamente delgada. Quiero ser una persona que se sienta bien con su cuerpo, me quiero así y no quiero cambiar nada de mí misma”. Aplausos. Y al que no le guste, que no mire.
Afortunadamente, antes de desaparecer para retomar sus estudios de literatura en Oxford, ha dejado rodadas dos pelis. Una, My week with Marilyn, en la que interpreta a la asistente de la rubia platino, se estrena ya en EE UU. Cuento los meses, las horas, los minutos para que llegue a España. Qué ganas de verla. La otra, The perks of being a Wallflower, se espera para la primera parte de 2012. Será lo último que veamos de ella en un tiempo, pues, como ha explicado, vuelve a Oxford, precisamente a la universidad donde la actriz rodó algunas de las primeras secuencias del Harry Potter que tan famosa le hizo. No sabemos qué notas sacará, pero seguro que serán buenas. De momento, le ponemos nota a ella: sobresaliente. O, mejor aún, matrícula de honor.
P.S. 1 Para las que me habéis escrito preguntándome por mi niñato particular: al final, no quedamos el sábado. Iba a mandarle definitivamente a un planeta lejano, por no decir otra palabra más fea, pero me ha propuesto quedar el miércoles. Será la última oportunidad que le dé, y lo hago sólo porque me gusta demasiado como para olvidarlo todo así, sin verle al menos por última vez. Os tendré al tanto de mis avances con el proyecto de psicólogo en cuestión.
FUENTE : blogs.glamour.es